martes, 16 de marzo de 2010

EL ESCARABAJO

El caballo favorito del emperador había sido herrado con oro. llevaba una herradura de oro en cada pata. Y ¿por qué?
Era un hermoso animal, de finos remos, brillantes ojos llenos de inteligencia y unas crines que le caían sobre el cuello como un velo. Había llevado a su amo a travez del fuego y la humareda de las batallas y había oído silbar las balas a su alrededor; había repartido coces y mordiscos, tomando parte en la lucha, cuando el enemigo avanzaba; y había saltado, con su amo encima, sobre el enemigo caído, y había salvado la corona de oro bermejo y la vida del emperador, la cual era más valiosa que el oro bermejo; he aquí por qué el caballo del emperador llevaba herraduras de oro.
Y el escarabajo se acercó arrastrándose.
-Primero los grandes y luego los pequeños-dijo-. Pero el tamaño no lo es todo.
Al decir eso tendía sus delgadas patas.
-¿Harás el favor de decirme que quieres?-preguntó el herrero.
-Herraduras de oro- contestó el escarabajo.
-¡cómo! ¡Debes haber perdido el juicio!- exclamó el herrero-. ¿Tu quieres también herraduras de oro?
-Sí, herraduras de oro- replicó el escarabajo-. ¿No valgo tanto como ese animalgrande que está ahí, a quien cuidan y cepillan y le sirven de comer y de beber? ¿No pertenezco al establo imperial?
-Pero ¿no entiendes por qué el caballo ha de llevar herraduras de oro?¿No lo comprendes?- preguntó el herrero- ¿Comprender? Comprendo que se trata de un insulto personalque se me hace- gritó el escarabajo-. Se ha hecho para ofenderme; por lo tanto, me voy a buscar fortuna por esos mundos.
-¡Vete, vete!- dijo el herrero.
-¡Eres un grosero!- exclamó el escarabajo.
Salió del establo, voló un rato y poco a poco se encontró en un hermoso jardín florido, fragante de rosas y de espliego.
-¿No es muy bello esto?- preguntó a una de las mariquitas que volaban por allí con sus delicadas alitas, llevando a la espalda sus escudos rojos y negros-.¡Que delicioso es esto..., que hermoso!
-Estoy acostumbrado a cosas mejores-dijo el escarabajo- ¿a esto le llamas hermoso? ¡No hay ni siquiera un montón de estiércol!
Siguió adelante hasta llegar a la sombra de una gran hacina, donde encontró una oruga.
-¡que bello es el munco!- dijo la oruga-. ¡El sol es tan cálido y todo da tanto gozo! Y cuando me duerma,y muera como lo llaman, espertaré siendo una mariposa, con bonitas alas para volar.
-¡Que pretenciosa eres!- exclamó el escarabajo-. ¿Tí, volar como una mariposa? ¡Vaya! vengo del establo del emperador y a nadie allí ni siquiera al caballo favorito del emperador, el cual, dicho sea de paso, lleva mis viejas herraduras de oro, se le ocurre tal idea. ¡Tener alas para volar! Pues, mira, ahora vamos a volar -extendió sus alas y se alejó volando-. No quiero ser molestado y, sin embargo, todos me molestan- dijo.
Pero después se posó en el suelode un gran prado. Durante un rato permaneció allí, fingiendo estar adormecido, pero, al fin se durmió de verdad.
De pronto, cayó de las nubes un fuerte aguacero. El ruido despertó al escarabajo, que quizo escapar metiéndose bajo tierra, pero no pudo, fue arrastrado por el agua dando tumbos: a veces flotaba sobre el vientre, otras de espaldas. en cuanto a volar, ni pensarlo. mucho dudaba de poder escapar con vida de aquel lugar. por tanto se quedó donde estaba.
Cuando el mal tiempo se moderó un poco, el escarabajo se secó el agua de los ojos y vió algo deslumbrante. Era la ropa blanca que habia sido tendida allí. Se esforzó para llegar hasta ella y cobijóse en un pliegue de la tela mojada. Ciertamente, aquel sitio no era tan cómodo como el tibio establo, pero en aquel momento no habia nada mejor, y , por lo tanto, permaneció allí todo el día y toda la noche, durante cuyo tiempo llovió continuamente. Al amanecer, se arrastró fuera de su refugio; estaba furiosísimo por el mal tiempo.
Dos ranas se hallaban sentadas sobre la ropa, sus ojos brillantes lanzaban destellos de placer.
-¡Que tiempo maravilloso! - exclamaba una de ellas-.
¡Que fresco! y la tela retiene el agua magníficamente. Mis patas de atrás se estemecen como si fuera a ponerme a nadar.
-Quisiera saber- dijo la segunda -si la golondrina,que vuela  hasta tan lejos, en sus viajes por tierras extranjeras, encuentra nunca un clima mejor que éste. ¡Que deliciosa humedad! Realmente, es como si una se hallara en una charca. Quien no se alegre de esto es en verdad que no ama a su patria.
-¿Habéis estado en el establo del emperador?- preguntó el escarabajo-. Allí la humedad es tibia y reconfortante. Aquél es el clima para mi; pero no me lo puedo llevar en mi viaje. ¿hay algún montón de estiércol en éste jardín, donde una persona de alto rango, como yo, pueda alojarse y sentirse como en casa?
Pero las ranas no lo comprendieron o no quisieron comprenderlo.
-¡Nunca pregunto una cosa dos veces!- dijo el escarabajo, después de haber hecho ya tres veces aquella pregunta sin recibir una respuesta.
Entonces avanzó un poco más y tropezó con un pedazo de loza que ciertamentem no debiera estar allí; pero, puesto que estaba ofrecía un buen abrigo contra el viento y las inclemencias del tiempo. allí vivían varias familias de tijeretas, gente que no pide mucho mas que vivir en sociedad. Las hembras de la comunidad rebosaban del más puro amor materno, por lo cual cada una de ellas creía que su hijo era el mass hermoso e inteligente de todos.
-Nuestro hijo se ha prometido en matrimonio- decía una madre-.¡Querido inocente muchacho! Su mayor ilusión consiste en poder, un dia, meterse en el oído de un clérigo, aspiración muy loable. El estar prometido lo hará ser más reposado.¡Que alegría para una madre! ¿No es así, señor escarabajo?
Habia reconocido al forastero por su casaca.
- Si, las dos tienen toda la razón- contestó él.
Entonces lo invitaron a entrar..., es decir, a meterse hasta donde pudiera bajo el trozo de loza.
-Ahora usted verá tambien a mis pequeñuelos-dijo una tercera madre, ya la cuarta-.Son encantadores y divertidos, nunca se portan mal, excepto cuando están enfermos del estómago, lo cual, a ésta edad sucede con frecuencia.
Así, cada madre hablaba de sus hijos; y los pequeños hablaban entre ellos y con las pinzas que tienen en la cola pellizcaban la barba del escarabajo.
-Si siempre están ocupados en algo,¡los diablillos!- ecían las madres.
Estaban henchidas de orgullo maternal, pero como el escarabajp se sentía fastidiado preguntó a que distancia se hallaba el monton de estiércol más cercano.
-Está muy lejostro lado de la zanja- contestó una tijereta-. Ojalá a ninguno de mis hijos se le ocurra irse tan lejos, porque me moriría.(continuará)

viernes, 12 de marzo de 2010

LA MARIPOSA

La mariposa quería casarse y, naturalmente quería elegir entre las flores una que fuese bonita y dulce. Las observaba a todas, modestamente sentadas sobre sus tallos, calladas, como doncellas; pero había tantas para escoger, que resultaba un problema. No le gustaban a la mariposa las dificultades, por lo que sedecidió a volar hacia la margarita. Dícese que puede predecir la suerte y para conseguirlo se hace de esta manera: se le arrancan los pétalos uno a uno yse le hace cada vez una preguntareferente a la persona amada:
-¿Me ama de corazón?,¿finge?,¿me ama un poco?,¿me ama mucho?,¿no me ama?
Y asi sucesivamente.
La mariposa, pues, fue a pedir a la margaritaque le predijera su suerte, pero no mordió los pétalos; los besó uno tras otro, creyendoque ésto complacería a la adivinadora.
-Dulce margarita-empezó a decir-, ¡eres la mas sabia comadre entre todas las flores!¡puedes decir la buenaventura! Dime,¿que haré?¿elegiré ésta o aquella? En cuanto me digas a cual puedo pretender, volaré hacia ella y empezaré a cortejarla.
Pero la margarita no le contestó una palabra. Le disgusto que la llamasecomadre;sonaba como sise dirigiese a una vieja, cuando ella era todavía joven y soltera. Repitió la pregunta por segunda vez, por tercera vez, y como no consiguió sacar a la margarita una sola palabra, renunció y se marchó volando para activar su asunto.
Era el comienzo de la primavera; abundaban los jacintos y los azafranes.
-¡Realmente son encantadoras!-exclamó la mariposa-
¡Son como lindas escolares!Pero demasiado jóvenes.
Como muchos jóvenes, prefería a las muchachas mayores. por lo tanto voló hacia las anémonas, pero éstas le parecieron de excesiva timidez. Las violetas eran demasiado soñadoras; los tulipanes muy amantes de la ostentación; las flores de limonero muy peqieñas y apegadas a la familia; las flores de manzano tenían, ciertamente, la apariencia de rosas, pero se abrían un día, y al siguiente si soplaba el viento, se deshojaban;la unión con una de ellas sería demasiado breve, en verdad.
La que más le gustaba era el guisante de olor: roja y blanca, linda y viva, esa flor pertenecia a la clase de las muchachas caseras de buen ver, y, sin embargo, aptas para la cocina. Se disponía ya a hacerle propocisiones, cuando observó a su lado una vaina de guisante que colgaba con una flor seca al extremo.
-¿Quien es ésta?-Preguntó.
-Mi hermana- dijo la flor.
-¡Dios mío!-exclamó la mariposa-. ¡Pensar que tú algún dia serás como ella!
Horrorizada huyó volando, ya que habia sido advertida a tiempo.
Las madreselvas colgaba sobre la cerca. Advirtió que sus caras eran largas y amarillentas. No, aquello no era de su gusto, pero ¿que es lo que era de su gusto?
Pasó la primavera, pasó el verano y llegó el otoño. La mariposa no se había decidido aún. Ahora las flores lucías soberbios y hermosos vestidos, pero ¿de uqe les servìan? Habián perdido la frescura y la fragancia de la juventud y, cuando uno va envejeciendo, ¡la fragancia es algo tan precioso para el corazón! No puede decirse que las dalias y las malvas tengan ningún perfume peculiar. así, pues, buscó a la hierbabuena.
-No es exactamente una flor..., ¡mas bien toda ella es flor! Es fragante desde las raíces al extremo de los tallos, cada una de sus hojas tiene aroma. ¡Si, me decidiré por ella!
Finalmente, pues, empezó a hacer el amor,.
Pero la hierbabuena permanecía rígida y silenciosa.
Por fin replicó:
-¡Amistad, si quieres, pero nada más! Soy vieja y tú tambien; podemos muy bien vivir el uno para el otro, pero casarnos...¡no! No hagamos el tonto a nuestra edad.
Así, la mariposa no llego nunca a encontrar el amor. Lo había estado buscando durante demasiado tiempo, lo cual es un error; por lo tanto, se quedó en el número de los solterones.
El otoño finalizaba ventoso y húmedo; el frío recorría con su soplo las espaldas de los pobres viejos sauces temblorosos. En un tiempo así no es agradable volar al aire libre con vestidos de verano, helándose de pies a cabeza; pero a la mariposa se le evitó ésta incomodidad; voló casualmete al interior de una habitacion donde ardía un fuego y la atmósfera era tibia como en verano. Allí podía vivir.
-Pero vivir, simplemente, no basta-suspiró-. ¡Para vivir se necesita el sol, la libertad y una florecilla!
Entonces voló hacia los cristales de una ventana, para dirigir una última mirada a las flores. Allí fue advertida, admirada, capturada y atravesada con un alfiler para ser colocada luego en una coleccion de curiosidades. No se podía hacer nada más por ella.
-Bueno, ahora estoy sobre un tallo, como las flores-observó la mariposa-. No resulta precisamente agradable; es casi como estar casado, ¡pero está uno tan fuertemente sujeto!
Se consoló con ésta reflexión.
-¡Triste consuleo, en verdad!-dijeron las flores que vivian en macetas dentro de la habitación.
-No se puede confiar mucho en las palabras de las flores que crecen en macetas-pensó la mariposa-.Tienen demasiado trato con los hombres.